La presencia de la música en la Liturgia no es con la finalidad de amenizar las celebraciones; la música es parte integral
de ellas. Las celebraciones son oraciones y por eso la Música Sagrada es también oración. Por ello no debemos ni podemos introducir
cualquier música en la Liturgia, pues la Iglesia pide que la música sagrada posea santidad y belleza. La música sagrada es
oración y arte en conjunto.